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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

13/06/2020

Las voces que la Operación Cóndor no pudo callar

En noviembre de 1975 tuvo lugar, en Santiago de Chile, una reunión “estrictamente secreta” de la que participaron agentes de inteligencia de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay. Allí se acordó -con el apoyo de la CIA- la puesta en marcha de una operación de coordinación represiva continental.
Esta historia, narrada desde los personajes y sin golpes bajos, 
se reconstruye en el documental Operación Cóndor, de Andrea Bello y Emiliano Serra, disponible en la plataforma Cine.Ar Play.
La periodista Stella Calloni, autora de libros que fueron material probatorio en las causas judiciales, participó como guionista del film junto al fallecido Eduardo Walger.

Fotograma de la película Operación Cóndor

 

La Operación Cóndor es como una muñeca rusa, suele decir la periodista Stella Calloni. Cuando se abre la muñeca siempre aparece otra con un dato nuevo, una víctima más, un represor prófugo o un servicio de inteligencia de un país que se suma a la larga lista de implicadxs. Los caminos de la coordinación represiva más importante de las dictaduras del Cono Sur parecen infinitos. Parte de esta historia dolorosa es contada por sus víctimas en el documental "Operación Cóndor", de Andrea Bello y Emiliano Serra, que fue estrenado recientemente y está disponible en la plataforma Cine.Ar Play del INCAA.

El documental muestra a partir de un montaje delicado, con una especial atención en el ritmo y la estética, el complejo entramado de la Operación Cóndor. Para ello reconstruye diferentes casos a partir de testimonios de víctimas y del recorrido por los lugares, incluidos centros clandestinos de detención, tortura y exterminio, donde se cometieron estos crímenes de lesa humanidad.

Lxs familiares y lxs sobrevivientes son lxs protagonistas del documental. Son quienes ponen el cuerpo y la voz para contar cómo fueron los crímenes que sufrieron y nos ofrecen sus recuerdos, desgarradores en algunos casos, y sus emociones. “La queríamos contar desde los personajes”, cuenta Emiliano Serra en una entrevista a Haroldo. “Andrea (Bello) estuvo detenida en la ESMA, fue querellante de la causa y manejó muy bien el tema de los testimonios y junto con Stella Calloni, que era nuestra guía guionista, fuimos viendo cuáles eran los indicados para poder contar los diferentes colores de cada país y texturas, pero entendiendo siempre el laburo que estaban haciendo los servicios secretos y las dictaduras de cada nación, trabajando todas juntas con el apoyo de la CIA y el departamento de Estado de Estados Unidos”, agrega.

El relato no se detiene en los detalles lúgubres de torturas y asesinatos, lo que es uno de sus aciertos. Prefiere el camino de lo alegórico. El relato de lxs sobrevivientes está acompañado por material audiovisual y fotográfico de archivo y por largas tomas de los ex centros clandestinos en la actualidad. Estas últimas son otro de sus aciertos. No son escenas apuradas. Por lo contrario, en ellas se permite recorrer los lugares con delicadeza para buscar las huellas de lo que pasó. A veces es una cortina de hierro que sube, la misma que dejaba entrar un falcón verde en Automotores Orletti, ubicado en Argentina. En otros momentos, la cámara mira a través de la mirilla de la puerta de una celda en Villa Grimaldi, que se encuentra en Chile. La vista se detiene en el vacío y logra captar la luz entrando por las ventanas y el polvo que baila en ella. Podría ser una imagen poética sino fuera porque unx tiene que llenar ese vacío con los testimonios y reconstruir, de esta manera, el horror de lo sucedido. O tal vez sí sea poética, sí se piensa al arte como una de las formas posibles de transitar el dolor y procesar el horror.

 

 

 

“Las voces que la Operación Cóndor no pudo callar” - Revista Haroldo | 1
Andrea Bello, Stella Calloni y Emiliano Serra

“Tuvimos mucha onda con la gente de sitios de memoria. Nos dejaban trabajar bastante tranquilos en el lugar y nos quedamos día y noche ahí dentro, en Automotores Orletti, que era la base de la Operación Cóndor en la Argentina y estaba lleno de chilenos y uruguayos milicos. Y sí, buscamos esteticismo y mostrarlos como los lugares que son. Después las cosas que sentías que estaban ahí adentro eran terribles porque están los balazos, están los ganchos, está todo medio tal cual. Lo mismo Villa Grimaldi en Chile y la ex ESMA también”, cuenta Serra.

El proyecto tuvo un largo camino. Comenzó hace más de diez años cuando Stella Calloni le propuso a Eduardo Walger, director del documental Madres (2007), realizar un film atractivo y documentado que sirva de herramienta para sacar a la luz una operación tan atroz que, según asegura Calloni en la película, sigue sucediendo hoy pero con otros métodos.

Como dice Serra, ella fue una "guía guionista". Sin dudas, es el gran tema de su larga trayectoria como periodista. Sus libros Los años del lobo: Operación Cóndor (1999) y Operación Cóndor: pacto criminal (2006) son una referencia ineludible y fueron incorporados como prueba en el juicio que condenó en nuestro país a catorce genocidas en 2016.

Los textos de Calloni surgieron luego del descubrimiento en 1992 de los Archivos del Terror, que se encontraban en una comisaría de Paraguay. Luego de un trabajo difícil, se pudo determinar que contenían un conjunto de documentos oficiales referidos a la represión policial de aquel país, particularmente durante el período de la dictadura de Alfredo Stroessner, entre los que aparecieron documentos clave que demuestran la existencia de Cóndor.

El documental muestra el momento del descubrimiento. Son unas imágenes gastadas de VHS. En ellas se ve a un grupo de policías y civiles, seguramente funcionarios judiciales y militantes de derechos humanos, yendo a la comisaría. Luego de romper el candado colocado en la puerta de una habitación, encuentran miles de restos de lo que fue un archivo muy prolijo ordenado con criterio policial y/o militar.

Una de las revelaciones más importantes, contada en el film, fue la documentación de la reunión inaugural de la Operación Cóndor, que tuvo el “carácter de estrictamente secreta”. Fue el 25 de noviembre de 1975 en Santiago de Chile. Allí llegaron oficiales de alto nivel de fuerzas policiales y militares de Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay y Uruguay relacionados con tareas de inteligencia.

Durante aquellos días primaverales, en la sede central de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), ubicada en la Academia de Guerra del Ejército chileno, se acordó, con el visto bueno y el apoyo de la CIA, la puesta en marcha de la operación de coordinación represiva continental más importante vista hasta entonces.

Al momento de bautizar tamaña empresa uno de los presentes, el coronel José Fons, directivo del Servicio de Inteligencia de Defensa de Uruguay, trajo una ocurrente propuesta. En honor al país anfitrión y al dictador Augusto Pinochet, quien había cumplido sesenta años el 25 de noviembre, propuso llamarla Cóndor, como aquella ave que surca el cielo de Los Andes y es emblema del escudo de armas del país trasandino.

 

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Fotograma de la película Operación Cóndor

A partir de ahí la operación se ramificó como una metástasis a lo largo del Cono Sur y llegó, incluso, a Europa y Estados Unidos. Impacta escuchar algunas de sus acciones de la boca de los sobrevivientes. En un tramo del documental, Gustavo Molfino relata, entre mates y con un dolor atragantado en la garganta, cómo fue el secuestro de su madre, Noemí Gianetti de Molfino. Sucedió en Lima en junio de 1980. Ambos se encontraban allí como parte de una acción de Montoneros. Un día, al regresar a la casa donde vivían, Gustavo se dio cuenta que estaba rodeada por agentes de inteligencia. Luego de pasar por la puerta, se dirigió hasta un teléfono público que estaba en la esquina. Llamó a la casa. Noemí lo atendió. Lo último que le dijo fue: “Salvate vos que tenés toda la vida por delante”. Ella tenía 54 años. Cinco semanas después apareció en Madrid, envenenada.

“Yo tengo 45 años y muchos de los personajes, como Alejandrina Barry y Julien Grisona, tenían esa edad, y no la podés creer las cosas que hacían. Eran unos dibujos macabros de ir llevándose a los chicos, paseándolos por los países, por los centros clandestinos. Son cosas que lógicamente no nos entran en la cabeza. Un poco con la película queríamos contar eso, que quede claro sin golpes bajos y sin exacerbar sino simplemente que se entienda que a un chico lo agarraban en Uruguay y lo llevaban a Argentina en Orletti y después aparecía suelto en una plaza en Valparaíso, por lo nefastos que eran”, explica Serra.

La película tuvo sus propias pérdidas. Eduardo Walger falleció en 2013, cuando recién se comenzaba con la investigación y la filmación. En enero del año pasado, ya con el film terminado, Andrea Bello murió después de sufrir una grave enfermedad.

Para Emiliano Serra, quien se sumó al proyecto en 2014, es difícil encarar el estreno de Operación Cóndor sin Andrea Bello. Fue un proyecto que realizaron codo a codo. “Falta una parte muy importante y creo que la película es de ella. Yo me sumé y le puse todo el rock posible pero yo la hice totalmente a la par con ella. Hice cada jornada, cada cosa con ella así que sí siento una gran ausencia pero bueno, a la vez, como decíamos con la familia que estamos en contacto vía online, sabemos que está con nosotros bancando la secuencia y, bueno, hay que ir para adelante. Lo tomo como un legado de ellos y de gente que sufrió y que la curtió y que, bueno, nosotros estuvimos siempre adelante para que no vuelvan a pasar estas cosas”, asegura emocionado pero firme. El camino de este legado recién comienza.


Operación Cóndor está disponible para visualización en la plataforma Cine.Ar Play del INCAA.

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