08/07/2020
Insumisas, encuentros del feminismo y el movimiento de derechos humanos
Maisa Bascuas, Victoria Daona y Alejandra Oberti analizan -como parte de un proyecto de Memoria Abierta- en este artículo la vinculación entre ambos espacios de militancia en la transición a la democracia. "Insumisas son también las prácticas del movimiento de derechos humanos y del movimiento de mujeres, que han rebasado y resignificado las formas de hacer política y hacer comunidad", afirman.
Desde fines de la última dictadura en Argentina, el movimiento de mujeres y el feminismo se organizaron en un amplio abanico de agrupaciones, retomaron viejas demandas y presentaron nuevas, crearon sus propios espacios, ritualidades y calendarios. Se hicieron presentes en las calles, en los medios de comunicación, en las instituciones. La historia del feminismo en Argentina se articula y entrelaza con la historia de otros movimientos, entre ellos, el movimiento de derechos humanos, cuya presencia en la escena política ha sido central desde su aparición en plena dictadura. Aunque se vincularon, ambos movimientos crecieron buscando un desarrollo autónomo (de los partidos políticos y de otras organizaciones) y una identidad propia. Tuvieron encuentros, desencuentros y pasaron por largos períodos de militar agendas paralelas. En algunos momentos se miraron a la distancia, en otros dialogaron de modo subterráneo, pero también confluyeron, tejiendo lazos y apoyos en una alianza creativa, que se transformó a lo largo de las décadas, al calor de los procesos políticos nacionales, regionales e internacionales.
Insumisas –un proyecto de Memoria Abierta- rescata y hace visibles los vínculos que se establecieron entre el movimiento de derechos humanos y el movimiento de mujeres en nuestro país y el modo en que ambos generaron un piso de trabajo en común que, aun en sus discrepancias, da cuenta de la legitimidad que cada movimiento reconoce en el otro.
En este artículo adelantamos una parte de nuestro trabajo que permite visibilizar el inicio de esos vínculos en los años que van entre 1983 y 1985, en la Ciudad de Buenos Aires. Se trata de un acercamiento a ese universo, a partir de producir y analizar testimonios de sus protagonistas y revisar materiales documentales que se encontraban dispersos, guardados en las casas y oficinas de las activistas, y en los archivos de los propios organismos de derechos humanos, en los que Memoria Abierta trabaja desde su creación hace 20 años.[1]
Resistir
Al hablar de su experiencia hacia fines de la dictadura, tanto las integrantes del movimiento de Derechos Humanos como las feministas, se refieren a sus prácticas como actos de “resistencia”. “Resistir” desde la búsqueda de sus familiares y la denuncia pública, y resistir formando grupos de autoconciencia para reflexionar sobre su condición de género y estudiar las teorías feministas
La apertura democrática multiplicó las formas de participación política y produjo un nuevo escenario donde la discusión por los sentidos de la democracia como oposición al autoritarismo y a las dictaduras tomó un protagonismo central. El discurso de los derechos humanos se fue tornando hegemónico, se construyeron nuevas agendas políticas, se crearon nuevos términos o nuevos sentidos para viejos términos, y pasaron a un segundo plano los análisis de las condiciones económicas y sus bases sociales. En el caso argentino, y de modo similar en otros países de la región, el movimiento de derechos humanos le imprimió a la etapa post dictatorial un sello singular marcándola con su impronta de memoria, de búsqueda de justicia y de verdad, de movilizaciones callejeras y de demandas ante las instituciones.
El movimiento de derechos humanos ha sido y es un actor fundamental de la escena política de la transición en adelante, un eje articulador de la vida pública y promotor de un nuevo imaginario político que se apoya en la idea de que existen derechos básicos e inalienables de carácter universal. Un movimiento que se conformó como un actor colectivo con una identidad propia, distinta de las identidades políticas partidarias, dotado de un modelo de acción diferenciado, autónomo y con capacidad para producir intervenciones en función de intereses propios. Un movimiento además con una importante y protagónica presencia de mujeres, en particular en los organismos que nucleaban familiares de víctimas del terrorismo del Estado.
En el marco de ese nuevo escenario político que se desplegó desde los últimos años de la dictadura y con más fuerza desde fines del año 83, muchas mujeres retomaron la actividad política, volvieron a reunirse en espacios públicos, tejieron nuevas redes, crearon agrupaciones y se organizaron en torno a demandas de transformaciones estructurales. ATEM 25 de Noviembre, Lugar de Mujer y la Multisectorial de la mujer son algunas de las agrupaciones y organizaciones que comenzarán a tener a partir de la transición un fuerte protagonismo en la escena pública, con intervenciones callejeras, reclamos, actos, denuncias y propuestas legislativas.
En ese marco de apertura, algunas agrupaciones y muchas feministas a nivel individual apoyaron las luchas por la memoria y la justicia en relación a las violaciones a los derechos humanos y la lucha de los organismos de derechos humanos. Asimismo, y también de forma individual, algunas integrantes de los organismos participaron de las luchas y actividades de las mujeres.
En ambos casos, los vínculos entre un movimiento y otro, comienzan a darse a nivel personal y se sostienen sobre una base de respeto y acompañamiento mutuo. Para las Madres y algunas integrantes de Familiares, conocer los planteos del feminismo era a veces descubrir un universo nuevo, y también conectarse con aspectos de su feminidad hasta entonces poco explorados. Por otro lado, algunas feministas comenzaron a leer e interpretar desde sus teorías, la lucha de los organismos. De la casa a la plaza, el libro de Piera Oria, “Las madres de Plaza de Mayo, un enfoque feminista” de Alicia Lombardi publicado en los boletines de Brujas y “Las Madres de Plaza de Mayo o cómo quitarle la careta a la hipocresía burguesa” de Laura Rossi (Klein) publicado en Alternativa Feminista dan cuenta de estas lecturas.
Proponer
Ya desde el final de la dictadura, el feminismo asumió como una de sus tareas el diseño de estrategias para transformar la legislación discriminatoria y desigual en relación con las mujeres. El 13 de diciembre de 1983, apenas unos días después de que Raúl Alfonsín asumiera como Presidente de la Nación, integrantes de la organización Lugar de Mujer presentaron dos proyectos de ley en la Cámara de Diputados de la Nación: “Derogación de todas las normas que establezcan diferencias entre hijos matrimoniales y extramatrimoniales” y “Ratificación de la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer”. Estos proyectos, que fueron resultado de talleres y discusiones en el movimiento de mujeres, se presentaron a través de la mesa de entradas del Congreso y rápidamente fueron respaldados por el “diputado de los derechos humanos” Augusto Conte, integrante de la APDH y fundador del CELS. La diputada Florentina Gómez Miranda tuvo un papel fundamental también en los años posteriores hasta lograr su aprobación en 1985.
Salir
Durante 1983, un conjunto heterogéneo de mujeres, muchas de ellas integrantes de los partidos políticos activos en la Multipartidaria[2], dirigentes sindicales y feministas, se reúnen con el objetivo de crear un espacio de discusión e intervención de cara a la transición que comenzaría unos meses después. De esa iniciativa nace la Multisectorial de la Mujer. La primera acción de la Multisectorial fue la preparación de la conmemoración del “Día Internacional de la Mujer”, el 8 de marzo de 1984, en lo que sería un gran acto público después de años en los que se hacían pequeñas reuniones en lugares cerrados. El volante con el que convocaron decía “Mañana ¡argentinas a las calles!”
El documento y el listado de puntos con el que concluye el acto del 8 de marzo fueron producto de discusiones arduas, cuyo resultado sintetiza el estado del movimiento en esos momentos. El breve listado de demandas, muestra cuales fueron los acuerdos a los que pudieron llegar.
Una agenda centrada en las demandas propias de un movimiento de mujeres diverso y con anclajes sociales múltiples, donde no están presentes de manera explícita la “política sexual”, la violencia sexista como un problema de poder, y tampoco hay mención a las reivindicaciones del movimiento de derechos humanos. Según relatan algunas mujeres que participaron de las reuniones preparatorias, acordar esos siete puntos fue muy trabajoso y hubo reclamos que quedaron afuera por no alcanzar el consenso de todas las compañeras. Se trató de un documento breve y con demandas básicas que buscó visibilizar la situación general de las mujeres sin profundizar en posicionamientos ideológicos específicos.
La adhesión a los reclamos del movimiento de Derechos Humanos fue uno de los puntos excluidos en ese primer 8 de marzo. Las discusiones previas al acto dan cuenta de diferentes posiciones en relación a estas cuestiones y especialmente del lugar que ocupaban las Madres de Plaza de Mayo en el imaginario feminista. La exclusión de los puntos de derechos humanos es de último momento, se resuelve en las vísperas al acto, en ausencia de buena parte de las feministas que abogaban por su inclusión.
El día de la conmemoración fue jueves. Las Madres se sumaron a la concentración de las mujeres en la plaza de los Dos Congresos después de su habitual ronda en la Plaza de Mayo. En palabras de muchas feministas, aquel fue un acto inolvidable por la potencia de poder salir a la calle a reclamar por derechos para las mujeres con libertad y en democracia, y por el encuentro simbólico entre referentes de ambas luchas.
Al día siguiente, el diario Tiempo Argentino presenta en la misma página la cobertura de la concentración de las mujeres y la de la ronda de las Madres de Plaza de Mayo. El impacto visual es contundente, es marzo de 1984, la democracia está apenas comenzando y las mujeres copan las plazas reclamando sus derechos.
Un mes después de estos acontecimientos, un conjunto de organizaciones –entre las que se destacan ATEM- y mujeres independientes –que participaban de la Multisectorial- decidieron que era necesario redimir la ausencia de estas reivindicaciones en la movilización de las mujeres del mes anterior y dar un lugar más destacado a “los derechos humanos”. Esto se expresó en el acto homenaje para Madres y Abuelas que realizaron conjuntamente la Multisectorial y el Grupo de Artistas de apoyo a las Madres a comienzos de abril de 1984 en el Teatro Nacional Cervantes.
Esta iniciativa resultó un punto de inflexión dentro de la Multisectorial en torno a los temas de Derechos Humanos. Marcó el alejamiento de las mujeres que, en sintonía con el posicionamiento de los partidos a los que pertenecían, creían que había que tomar distancia de las reivindicaciones de los organismos de Derechos Humanos. Desde entonces, las demandas centrales de los organismos fueron incorporadas en la agenda del movimiento de mujeres.
De hecho ya en el documento que presenta la Multisectorial en el acto del 8 de Marzo de 1985 (que contiene 12 puntos), el tema aparece de modo explícito: “Aparición con vida de las personas detenidas desaparecidas. Juicio y castigo a los culpables. Restitución de los niños secuestrados a sus legítimas familias”.
Ese 8 de marzo también, la violencia como asunto político en la agenda del feminismo, incluyó un enfoque claro de la particular relación entre terrorismo de Estado y violencia hacia a las mujeres. Un posicionamiento y una conceptualización pioneros que implicaron discusiones arduas dentro de los espacios feministas. En un volante repartido durante la conmemoración de 1985 se enfatiza en las formas específicas de violencia contra las mujeres en la dictadura.
Como sabemos, si bien las denuncias por violencia sexual en el marco de la represión dictatorial formaron parte de los relevamientos de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), de los relatos expuestos en los medios de comunicación en los primeros meses de la democracia y pudieron escucharse incluso durante el Juicio a las Juntas Militares de 1985, no fueron consideradas en su especificidad por la justicia y tampoco se incorporaron a las narrativas sociales hasta los últimos años.[3]
Insumisas
A través de las voces de sus protagonistas, documentos y publicaciones, Insumisas reconstruye distintos aspectos de la memoria de esta articulación entre las prácticas feministas y las del movimiento de derechos humanos. Por un lado, se trata de reconstruir la genealogía de esa articulación en las acciones, los grupos, las militancias cruzadas y las discusiones. Por otro, el modo en que el movimiento de derechos humanos dejó su huella en las formas del activismo feminista. Una impronta que se puede rastrear tanto en los modos de intervención y el lenguaje, como en la producción de un campo ampliado de lucha por los derechos humanos.
Se trata de un trabajo que Memoria Abierta realiza en consulta permanente con las protagonistas de ambos movimientos. Agradecemos el acompañamiento que nos brindan Magui Belloti, Marta Fontenla, Lita Boitano, Nora Cortiñas, Elizabeth Jelin, Mónica Tarducci, María Alicia Gutiérrez y Claudia Bacci. Y en especial, agradecemos a Elsa Cola Arena, quien abrió su archivo personal para esta investigación.
Retomamos para esta colección el término “Insumisas” que ha sido usado por diferentes colectivos de mujeres que han hecho de la creatividad una forma de resistencia. Insumisas son las feministas, las Madres, la Abuelas. Insumisas son también las prácticas del movimiento de derechos humanos y del movimiento de mujeres, que han rebasado y resignificado las formas de hacer política y hacer comunidad.
Insumisas es un proyecto de Memoria Abierta
Coordinación del proyecto: Alejandra Oberti y Verónica Torras
Notas
[1] Para una reconstrucción del feminismo de esos años, especialmente del que se articuló en la Ciudad de Buenos Aires, cfr. Tarducci, Mónica, Trebisacce Catalina y Grammatico Karin, Cuando el feminismo era mala palabra. Algunas experiencias del feminismo porteño (Buenos Aires: Espacio, 2019), especialmente la Tercera Sección “Los años ochenta” de Mónica Tarducci.
[2] La Multipartidaria fue una instancia de acción política conjunta de los partidos creada en 1981 para presionar al gobierno dictatorial para que llamara a elecciones
[3] La violencia sexual en el marco de la represión dictatorial ha sido profundamente estudiada en los últimos años. Algunos textos fundamentales son Jelin, Los trabajos de la memoria; el libro colectivo de Bacci, Claudia; Capurro Robles, María; Oberti, Alejandra y Skura, Susana, Y nadie quería saber (Buenos Aires, Memoria Abierta, 2012); Sutton Bárbara, Surviving State Terror: Women’s Testimonies of Repression and Resistance in Argentina (New York, University Press, 2018) y Alvarez, Victoria, ¿No te habras caido? Terrorismo de Estado, violencia sexual, testimonios y justicia en Argentina, (Málaga, Universidad de Málaga 2019).
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