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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

07/10/2020

Trabajadores en el exilio

Durante la última dictadura cívico militar, miles de personas se vieron obligadas a dejar el país para escapar de la represión y debieron afrontar el destierro. Haroldo recupera, a través del testimonio de Javier Nieva, la experiencia de Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio (TYSAE), una de las muchas organizaciones que nucleó a exiliados argentinos en el exterior para realizar tareas de solidaridad y denuncia de la dictadura.

Afiche del TYSAE -Grupo Madrid- con ilustración de Carpani publicado en el libro Afiche y Carteles peronistas 1955-1983. Tomo I. Archivos de Roberto Baschetti, Facundo Carman y Nora Patrich, noviembre 2018, Argentina.

Ya desde antes del golpe de estado de 1976 la salvaje persecución represiva, los encarcelamientos, las desapariciones y los asesinatos habían ido empujando hacia el exilio a una gran cantidad de personas comprometidas con la búsqueda de un país más justo. Después del 24 de marzo, todas las puertas del infierno se abrieron de par en par. La represión creció hasta límites impensados y la salida del país se volvió aluvional; cada día decenas, tal vez centenares, buscaban escapar de la dictadura. Algunos se limitaron a cruzar la frontera y quedaron a la expectativa en Brasil, Paraguay o Bolivia, otros encontraron mayor seguridad aumentando la distancia: Perú, Ecuador, Venezuela, Colombia, México. Cuanto más lejos se iba, más lejana parecía la perspectiva del regreso, muchos ni tenían la posibilidad de elegir. Así se fue formando el exilio argentino en esos años, superpuesto y entrecruzado con el exilio de otros desesperados que escapaban de las feroces dictaduras que asolaban el continente.

Para algunos, llegar a un país limítrofe fue la primera etapa de un viaje más largo: allí se presentaban al Alto Comisionado de las Naciones Unidas y comenzaban los trámites esperando ser aceptados como refugiados. Las variantes de quienes escapaban fueron tantas como permitió el conocimiento, el ingenio, los contactos o los recursos económicos. En cada país de destino se formó una colonia de exiliados, las afinidades políticas o profesionales contribuyeron al agrupamiento. Y entre ellas, estuvo la pertenencia a la clase trabajadora.

Respecto al exilio en España, surgieron distintos grupos, algunos con una vida muy efímera mientras otros consiguieron consolidarse. En Madrid se formó el Grupo de Trabajadores Argentinos en el Exilio, que luego cambió su nombre por TYSAE, Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio, una denominación que fue adoptada por organizaciones similares que se formaron en otros países europeos y en México. El TYSAE madrileño probablemente haya sido el que alcanzó mayor desarrollo y continuidad. La llegada de dirigentes sindicales que fueron autorizados a salir del país luego de ser liberados, contribuyó a esa preeminencia. Entre los cordobeses –así se los llamó entonces- se encontraban Taurino Atencio, Rafael Flores y Soledad García.

Taurino Atencio integraba la Comisión Directiva del Sindicato de Luz y Fuerza conducido por Agustín Tosco cuando la entidad fue intervenida en octubre de 1974. Dos meses más tarde fue decretado el estado de sitio en la provincia y se ordenó la captura de varios dirigentes lucifuercistas, entre los que se encontraba Atencio. Aunque un juez ordenó su liberación, fue pasado a disposición del Poder Ejecutivo Nacional y continuó preso hasta que obtuvo la opción para salir del país en 1979.

Rafael Flores y Soledad García fueron detenidos el 9 de marzo de 1976 cuando se dirigían a una reunión de la Mesa de Gremios en Lucha, agrupación de sindicatos y organizaciones de base a la que respondieron todas las movilizaciones de trabajadores cordobeses en los agitados años 1975 y 1976. Soledad integraba la dirección de los docentes cordobeses y había pasado con su coche a buscar a Rafael, el Secretario general del Sindicato del Caucho. En el camino se les atravesaron tres o cuatro autos con una docena de individuos armados; a golpes los bajaron del pequeño Citroen y los llevaron hasta la D2, la “Gestapo cordobesa”. La movilización de los trabajadores les salvó la vida pero no pudo impedir las torturas, las vejaciones y el encarcelamiento hasta que pudieron salir hacia el destierro, en 1979 y 1980.

Cuando “los cordobeses” llegaron a España, se integraron al TYSAE madrileño y sumaron sus esfuerzos al de los compañeros que ya venían trabajando en el proyecto. Otros militantes de reconocida trayectoria también participaron aunque de forma menos continua, entre ellos es posible nombrar a Armando Jaime y Marcelo Frondizi. Armando había participado en varios proyectos políticos y sindicales desde su juventud, tal vez el que le dio mayor proyección fue el Frente Antiimperialista y por el Socialismo que lo propuso para integrar una fórmula presidencial acompañando a Agustín Tosco. Marcelo Frondizi contaba con una larga militancia entre los trabajadores estatales y, tras su retorno al país, llegaría a ser uno de los Secretarios adjuntos de la CTA conducida por Hugo Yasky.

“Trabajadores en el exilio" - Revista Haroldo | 1
Afiche para el acto de denuncia de la dictadura argentina, TYSAE, aniversario del Cordobazo, 29 de mayo, Suecia, 1980.

Solidaridad y denuncia de la dictadura

En 1978 Argentina fue la sede del Campeonato Mundial de Fútbol. Todas las miradas internacionales estuvieron puestas sobre el país y, aunque existió bastante controversia sobre la actitud que se debía adoptar desde el exilio (había quienes proponían el boicot y quienes manifestaban su apoyo al evento deportivo), el acontecimiento permitió una amplia difusión de la denuncia antidictatorial y esto ayudó a renovar energías. Apenas terminado el Campeonato, se realizó una primera reunión en París para tratar de coordinar la actividad de los agrupamientos de trabajadores y sindicalistas en Europa.

El nacimiento de TYSAE está asociado al nombre de Raimundo Ongaro, el antiguo dirigente de la CGT de los Argentinos. Apresado en 1975, fue puesto a disposición del Poder Ejecutivo. Poco a poco comenzó a ser presionado para que abandonase el país. Ante su resistencia, los ataques se trasladaron hacia su familia: el 7 de mayo de ese año, su hijo Alfredo Máximo fue asesinado por la Triple A, por lo que Raimundo finalmente debió aceptar el destierro.

En su trabajo “Una aproximación al exilio obrero y sindical”, la investigadora Victoria Basualdo señala que la reunión parisina en que se gestó TYSAE fue facilitada por el pedido de Raimundo ante la Confédération Générale Démocratique du Travail para que proporcionara el apoyo material necesario. En el intercambio de correspondencia entre Ongaro y los dirigentes de la central sindical francesa se garantizó financiamiento para la reunión, que se concretó los días 28 y 29 de agosto de 1978. Tras ese encuentro, se hizo un llamamiento a todos los sindicalistas en el exilio para que se integraran al accionar común de solidaridad con la clase obrera y el pueblo argentino. Pocos meses después, en enero de 1979, se realizó el Segundo Encuentro, esta vez en Turín. La concurrencia fue más numerosa y se adoptó un programa reivindicativo que sería ratificado en el Tercer Encuentro, celebrado en septiembre de ese mismo año en Ámsterdam. El Cuarto encuentro (1980) tuvo lugar en Malmo, Suecia, y el Quinto (1981) en Madrid.

Ninguno de esos eventos habría sido posible sin el apoyo de los sindicatos locales. En el caso particular de las centrales españolas, éstas tenían muy fresco el recuerdo de la solidaridad internacional que habían recibido durante el franquismo. En España se estaban transitando los primeros años de la democracia y el apoyo a los exiliados latinoamericanos fue una clara demostración de que los trabajadores de todo el mundo se unían frente al enemigo común. Las dos grandes centrales –Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT)- fueron las primeras en ayudar, pero también estuvieron presentes otras centrales y sindicatos de base.

Facilitar espacios de reunión fue uno de los aportes concretos. Podrían citarse decenas de casos, nos limitamos a un ejemplo.

“Trabajadores en el exilio” - Revista Haroldo | 2
Afiche para el acto de solidaridad con los trabajadores y el pueblo argentino, TYSAE, Madrid, 1980.

También existió un apoyo mutuo entre exiliados latinoamericanos; cada derrota hermana se vivía como propia y cada victoria sobre el enemigo común era celebrada por todo el conjunto. Cuando en julio de 1979 triunfó la Revolución Sandinista, la celebración de los exiliados latinoamericanos fue unánime. En el caso particular de TYSAE, su Tercer Encuentro Internacional se realizó dos meses después de esa victoria. Los 29 delegados que representaban a grupos organizados en Suecia, Francia, Holanda, Bélgica, Gran Bretaña, Italia y España enviaron su fraternal saludo al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), adhiriendo a la alegría del pueblo nicaragüense.

Las movilizaciones del 1º de mayo fueron un ejemplo del encuentro entre exiliados latinoamericanos y trabajadores españoles. En esas jornadas las centrales sindicales habían acordado marchar juntas reafirmando la unidad de objetivos frente al gran capital: CCOO, UGT y CNT se encolumnaban y compartían espacios con los compañeros de otros países. El exilio argentino se agrupaba bajo la bandera de TYSAE, nadie discutía su representatividad ni su amplitud para nuclearlos a todos. Del mismo modo, las comunidades uruguayas, chilenas y centroamericanas reconocían a TYSAE como genuino representante de los trabajadores argentinos.

Históricamente ha sido necesaria una hoja impresa para dar testimonio de una presencia o un reclamo. Ocurrió con las primeras organizaciones obreras que se formaron en Argentina, volvió a ocurrir cuando los trabajadores y sindicalistas debieron partir hacia el exilio. No todos consiguieron tener una prensa estable. En Madrid, la agrupación logró mantener una publicación de aparición periódica. Al principio, “El Trabajador” fue una pequeña hoja doblada al centro, luego se convirtió en un boletín de varias páginas que acompañó todas las tareas de solidaridad y denuncia.

Un ejemplo de la necesaria unión entre acción solidaria y registro escrito fue el acto organizado por TYSAE cuando Alberto Piccinini pasó por España. El histórico dirigente de los metalúrgicos de Villa Constitución había sido detenido en septiembre de 1975 y durante varios años permaneció preso a disposición del Poder Ejecutivo. Su liberación se produjo recién en 1980, pero pasaría bastante tiempo antes de que se le permitiera viajar fuera del país. Cuando llegó a Madrid se organizó un encuentro con todo el exilio y de esa reunión quedó testimonio gracias al periódico de los Trabajadores y Sindicalistas Argentinos en el Exilio.

Tras la derrota militar en Malvinas llegó el derrumbe de la dictadura. Cambiaron las prioridades entre los exiliados, para buena parte de ellos comenzó el tiempo del regreso. No hubo una disolución de TYSAE, como en otras situaciones históricas el organismo había cumplido su ciclo. Y lo había hecho bien.

 

 

 

Javier Nieva, militante del gremio telefónico, debió exiliarse cuando la dictadura intensificó la persecución de trabajadores y sindicalistas. Participó en el TYSAE madrileño y a su regreso al país colaboró con el Centro de Estudios y Formación Sindical.

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