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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

28/11/2020

Prosas profanas #7: Ezra Pound

Prosas profanas no es un homenaje, es un ritual de invocación, un brazo estirado que clava sus uñas en el aire y atisba lo sagrado. El tiempo se pliega y las voces del pasado reverberan en nuestra imaginación como un camino, como un coro que nos permite hacerle frente al caos. Revista Haroldo publica una selección de poemas de Ezra Pound elegidos por Juan Arabia.

 

Es difícil imaginar que un completo extraño, sin padrinazgos literarios ni medios financieros, haya inaugurado su campo de batalla en Londres. Después de autofinanciar su primer poemario en Venecia (cuenta T.S. Eliot que se hizo con papel sobrante de una partida utilizada para una historia de la Iglesia), llevó algunos ejemplares a Inglaterra y los distribuyó en la prensa especializada. Sorprendente o no, le cabe al Evening Standard uno de sus primeros reconocimientos públicos: “Después de los versos triviales y decorosos de la mayoría de nuestros decorosos poetas, este poeta parece un trovador de Provenza en una velada musical en las afueras de la ciudad…”.
Rápidamente Pound, y sólo por sus propios méritos literarios, comenzó a insertarse en el campo literario de Londres y publicó su segundo libro.

Muchos medios de comunicación, como English Review o Daily News, comenzaron a elogiar la poesía de Pound. Otros, entretanto, comenzaron a criticarlo, incluso aconsejando al poeta que tuviera “un poco más de respeto por su arte”. Las críticas más fuertes, sin embargo, llegaron desde Nueva York, donde reprobaron sus versos y su estilo de forma irónica y despreciable.
Lo cierto es que Pound había logrado, como pocos poetas en la historia, captar la atención de sus enemigos en el momento mismo de la emisión de su obra. Y Pound (¡por supuesto!) aceptó el duelo, accedió a la guerra, y para eso utilizó (más bien sacrificó) su corona poética. Sus versos –que hasta ese momento eran herméticos, de diversa adaptabilidad métrica, eruditos– comenzaron a desnudarse y a exponer de forma más directa las opiniones de Pound. Se trata de la etapa de Lustra (1916-1917), posiblemente el libro más autorreferencial del autor, donde encontramos diversas y explícitas respuestas hacia aquellos que reprobaron sus primeros trabajos: “He aquí el gusto de mis botas; / Acarícienlas, / Limpien el betún con la lengua”, les encargó a los reseñadores de The Times.
Estos trabajos fueron una decepción para algunos de sus seguidores, y generaron hasta un despertar en el ambiente más crítico y académico de Inglaterra. No sólo del Círculo de Bloomsbury (Virginia Woolf y aliados) sino del crítico y catedrático inglés más importante de la época: el profesor F.R. Leavis.

Leavis, mentor de Raymond Williams y otros tantos, en el Nº 18 de Scrutiny escribió: “Se ha convertido en tan incapaz como la reorientación desinteresada de los ‘burócratas’ a los que desprecia, y las adolescentes audacias de travesuras públicas (y el privado ‘estilo epistolario’), con las que piensa demostrar lo contrario, son iguales de aburridas y monótonas como el decoro burócrata”.

Desconocemos si Pound dio respuesta a esta objetiva queja de Leavis. Lo cierto es que produjo el efecto publicitario que esperaba, y todos habían comido de su anzuelo. Con una atención garantizada, sacrificando sólo algunas de sus mejores prendas, Pound se abocó finalmente a su obra magna: la escritura de The Cantos.

Todos los poemas que siguen a continuación, con excepción del primero publicado en la fugaz revista Blast, forman parte de Lustra (New York: Knopf, 1917).

 

 

SALUTACIÓN TERCERA

 

Ridiculicemos la presunción de "The Times": ¡CARCAJADA!

         Demasiado para los críticos amordazados,

Se les pagará cuando los gusanos se retuerzan en sus órganos vitales;

Estos son los que objetaron la novedad,

Aquí están sus lápidas.

          Apoyaron la mordaza y la pelea:

Una pequeña caja NEGRA los contiene.

          Y a ustedes también habrá de pasarles,

A ti, obstruccionista con barriga de puta,

A ti, enemigo declarado de la libertad de expresión y de la buena literatura,

A ti, hongo, a ti, gangrena continua.

 

Vamos, hagamos un nuevo pacto,

           Terminemos con los estafadores y los codiciosos,

Escupamos sobre los que se acarician las gordas panzas de ganancias,

Salgamos un poco al aire.

 

¿O quizás yo muera a los treinta?

Tal vez tengan el placer de profanar mi

tumba de pobre;

Les deseo que se diviertan, les ofrezco toda mi ayuda.

Desde hace mucho tiempo tienen las costumbre

            de acabar con los buenos escritores,

O bien volverlos locos, o parpadear ante sus suicidios

O bien toleran su drogadicción,

           y hablan genio y locura,

Pero yo no he de enloquecer para complacerlos,

           No he de favorecerlos con una muerte temprana,

Oh, no, yo soportaré hasta el fin,

           Voy a sentir su odio retorciéndose sobre mis pies

Como un agradable cosquilleo,

            para ser observado con burla,

Aunque muchos se mueven con sospecha,

           Temerosos de decir que te odian;

¿El sabor de mis botas?

           Aquí está el sabor de mis botas,

acarícienlas,

          limpien el betún con la lengua.

 

BLAST, 1914


 

LA CONDOLENCIA

 

A mis soledades voy, 
De mis soledades vengo, 
Porque para andar conmigo 
Me bastan mis pensamientos. 
Lope de Vega

 

Oh, mis compañeros de sufrimiento, cantos de mi juventud,

Un montón de burros los alaban porque son “viriles,”

¡Nosotros, ustedes, yo! ¡Somos de “Sangre Caliente”!

Imagínense, mis compañeros de sufrimiento—

Nuestra virilidad nos eleva por encima de la muchedumbre.

         ¿Quién lo hubiera previsto?

 

Oh, mis compañeros de sufrimiento, fuimos a refugiarnos debajo de los árboles,

Estábamos especialmente aburridos de la estupidez masculina.

Avanzamos recolectando pensamientos delicados,

Nuestro “fantastikon”[1] estaba encantado de sernos útil.

No estábamos exasperados con las mujeres,

       porque el sexo femenino es dúctil.

 

Y ahora escucha lo que se dice de nosotros:

Se nos compara con ese tipo de persona

Que deambula por ahí anunciando su sexo

Como si acabara de descubrirlo.

Pero dejemos este asunto, cantos míos,

        y volvamos a lo que nos concierne.


 


 

SALUTACIÓN

 

Oh, generación absolutamente presumida

                    completamente fastidiada,

Vi a los pescadores hacer un picnic bajo el sol,

Los vi con sus familias desaliñadas,

Vi sus sonrisas y todos sus dientes

                    y escuché sus torpes carcajadas.

Y soy más feliz que ustedes,

Y ellos eran más felices que yo;

Y los peces nadan en el lago

                    y ni siquiera tienen ropa.

 


EL RESTO

 

¡Oh, unos pocos desamparados en mi patria,

Oh, restos esclavizados!

 

Artistas destrozados por estar en contra,

Descarriados, perdidos en las aldeas,

Juzgados, difamados,

 

Amantes de la belleza, hambrientos

Frustrados con los sistemas,

Impotentes contra el control;

 

Ustedes que no se dejan llevar

Por la persistencia del éxito,

Ustedes que sólo pueden hablar,

Y que no se pueden fortalecer en la reiteración;

 

Ustedes, de sensibilidad más fina,

Destrozados en contra del falso conocimiento,

Ustedes, que sólo pueden conocer de primera mano,

Odiados, encerrados, juzgados:

 

Escuchen:

Yo resistí la tormenta,

Yo derroté mi exilio.

 

 

 

 

 

DUM CAPITOLIUM SCANDET

 

Cuántos vendrán detrás de mí

       cantando tan bien como yo canto, ninguno mejor;

Diciendo la verdad desde su corazón

        como yo les enseñé a decirla;

Fruto de mi semilla,

         ¡oh, mis hijos innombrables!

Entonces sabrán que los amé de antemano...

Oradores claros, desnudos bajo el sol, libres.

 


LA MUCHACHA DE LA TIENDA

 

Por un momento se recostó sobre mí

Como una golondrina abatida ante un muro,

Y hablan de las mujeres de Swinburne,

Y del encuentro de las pastoras con Guido.

Y de las prostitutas de Baudelaire.

 

 

 

 

 

EPÍLOGO

 

Oh chansons precedentes

Ustedes fueron una maravilla de siete días,

Cuando salieron en las revistas

Crearon un considerable revuelo en Chicago,

Y ahora están viejas y desgastadas,

Completamente pasadas de moda,

Un vestido acampanado, un bonete calesa,

Una antigüedad hogareña y transitoria.

 

Sólo la emoción perdura.

 

¿Sus emociones?

Son las de un maître-de-cafe. 

Juan Arabia

Es un poeta, traductor y crítico literario, nacido en Buenos Aires, Argentina, en 1983. Entre sus títulos más recientes se encuentran: Il Nemico dei Thirties (Samuele Editore, Collana Scilla, 2017), Desalojo de la naturaleza (Buenos Aires Poetry, 2018), L´Océan Avare (Al Manar, Voix Vives de Méditerranée en Méditerranée, 2018) y Hacia Carcassonne (Pre-Textos, 2020). Egresado de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires, fundador y director del proyecto cultural y literario Buenos Aires Poetry, también es crítico literario en el Suplemento de Cultura del Diario Perfil y en Revista Ñ de Diario Clarín, entre otros. Tras la publicación de El Enemigo de los Thirties (2015), premiado en Francia, Italia y Macedonia, participó en varios festivales de poesía en Latinoamérica, Europa y China. En el 2018 fue invitado al festival de poesía en Francia (Sète) Voix Vives en representación de Argentina, así como en 2019 participó del encuentro “Poetry Comes to Museum LXI” auspiciado por el Shanghai Minsheng Art Museum, siendo el segundo poeta latinoamericano en ser invitado.

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Notas

[1]    “Espíritu representativo” (fantastikon pneuma) o “fantasía”.

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