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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

05/06/2024

Sobre "El Petrus y nosotras"

Me verás volver

Un puñado de fotos, el extraño recuerdo de lo que no se que conoce pero que es, al mismo tiempo, entrañable y una mirada sigilosa y elegante que recorta esas imágenes para “re encuadrar las fotos para dirigir la mirada del lector y señalar algo” configuran esta tercera entrega sobre El Petrus y  nosotras, que recupera la memoria de Horacio Campiglia, esta vez, en al voz de su hija María.

Creímos importante hacer un relato en el que se recuperara la historia de nuestro papá, Horacio Campiglia, El Petrus,  sin idealizarlo, pero partiendo evidente e inevitablemente del enamoramiento. Para hacerlo recuperamos testimonios de quienes lo quisieron, e intentamos mostrar también qué es aquello que él amó, porque si hay algo que nos define como sujetos es justamente eso.

El texto se articula a partir de distintas voces: 

La primera es aquella de su interlocutora más directa. La de su compañera, tan interpelada como él por interrogantes en relación a cómo pensar en otras formas de hacer política, de hacer familia.

La segunda es de la hija con la que pudo estar, aunque sea un poco, y que hurga en su memoria para obtener imágenes inciertas a partir de las cuales se piensa a sí misma y piensa a sus hijos… Aquella que ha elegido un marido que a juicio de la familia “se parece a Horacio”.


Foto: gentileza archivo familiar

La mía, que se construye básicamente por la ausencia, desde el complicado e impreciso lugar que ocupa quien llegó justo en el momento en el que ocurrió “la catástrofe” y ha testificado el daño, pero no encuentra la forma de ofrecer consuelo. (Ni siquiera para sí misma.)
Y hay otra voz implicada, que no aparece en “voz alta”, pero aparece. Es la voz de Pilar, nuestra prima, que en más de un sentido comparte esta historia y participó en la revisión de fotos y en levantar testimonios. 

En mi caso, una de las cuestiones fundamentales fue intentar recuperar la historia de mi papá, con “delicadeza”, como una forma de oponerme a la crueldad con la que fue tratado. Quiere ser una manifestación de amor, entendiendo esto como algo ligado al reconocimiento de lo que se valora y la búsqueda de su pervivencia, a lo creativo.
Probablemente porque mi palabra se articula ya desde la ausencia, básicamente constituyó un ejercicio de buscarlo “mirando adentro”, en el imaginario, en los sueños. 

Los ensayos visuales que presento para el libro son muy simples. No pretenden otra cosa que hacer un recorte de fotografías, desprendiéndolas de su sentido estrictamente documental y buscando detonar su potencia estética. (Simplemente traté de re encuadrar las fotos para dirigir la mirada del lector y señalar algo).

El primer ensayo quiere apuntar la relación existente entre lo amoroso y lo político, vinculando fragmentos de fotografías familiares con pedazos de una carta que nos dejó, a mi entender, casi a modo de testamento.

Foto: gentileza archivo familiar

El segundo ensayo quiere generar un ritmo, una sensación ligada a la muerte, a la ausencia, pero también a una especie de promesa de encuentro que, como el río, fluye para volver al mar.

Mi participación en el libro es humilde, casi silenciosa, pero representó para mí un enorme desafío tratar de dar cuenta manera íntima y honesta de esta búsqueda de mi papá en mí con un puñado de imágenes en blanco y negro.

Personalmente creo que el amor está ligado a lo creativo. Y en este particular contexto, que insta a establecer posicionamientos políticos, en esta coyuntura en la que parece que todo quiere revolverse, me viene a la cabeza preguntarme: ¿Quién los quiere a ellos?, ¿quién les escribe canciones?, ¿quién los sueña? 

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