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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

06/09/2024

Las ocasiones #20

Esdras Parra

La poesía de la venezolana Esdras Parra, nacida hace casi cien años, habla con belleza de sí misma a través de la grandeza de las imágenes. Es una con su cuerpo y los elementos: para decir, truena; para respirar, es ceniza y polvo; para ocultarse, hace con sus huesos un refugio secreto.

Esdras Parra fue una poeta, ensayista, narradora, ilustradora y traductora venezolana nacida en Santa Cruz de Mora, en 1929. Estudió Filosofía en su país natal y en Roma. Fue directora literaria de Monte Ávila Editores, coordinó Papel Literario del diario El Nacional y fue jefa de redacción de Revista Imagen. Vivió una década en Europa, donde publicó tres libros de narrativa que hoy son referencia de la literatura del país: El insurgente (1967), Por el norte el mar de las Antillas (1968) y Juego limpio (1968). En los años 70 comienza su transición de género y regresa a Caracas siendo una mujer trans; elige conservar el nombre con el que la bautizaron sus padres: Esdras. En la época, lo disruptivo de su identidad causó revuelos, circularon teorías patologizantes que continuaron hasta hace relativamente poco. En ese momento histórico, antesala del estallido del VIH, se consideraba una enfermedad mental tanto a la homosexualidad como a la transexualidad.

Esdras Parra.


La literatura venezolana, pese a ser prolífica y ecléctica, no alcanza el reconocimiento internacional que tienen, por ejemplo, las de México y Argentina. La escritura de Esdras es hija del momento de transición literaria en el país. Ese movimiento va desde la vuelta de la democracia en el año 1958 —fuertemente influenciada por el postromanticismo y las vanguardias europeas— hacia una poesía que busca en la observación de la realidad asentarse en su propia tradición territorial y cultural hispanoamericana. Más allá de las escasas figuras que hoy despuntan en la constelación literaria del país hacia la vista internacional, este proceso de ebullición y cambio artístico ocurre, al igual que en otros países latinoamericanos, por medio de revistas y colectivos de escritores y escritoras.

Luego de su regreso al país, Esdras deja de publicar narrativa y se dedica a la traducción y la ilustración. Después de casi tres décadas de silencio, publica los poemarios Este suelo secreto (1993), Antigüedad del frío (2000) y Aún no (2004). La Poeteca —editorial venezolana— logró publicar en 2021 Lo que trae el relámpago, libro que contiene dos poemarios póstumos de Esdras Parra —lo leen completo aquí—. Lo pudieron hacer gracias a la colaboración de José Napoleón Oropeza, su gran amigo y albacea de su obra. Él cuenta que Esdras era tremendamente tímida e insegura, y que eso puede verse en sus dibujos y manuscritos, llenos de tachones. Encuentra ahí un gesto maravilloso, donde se ve lo escrito o dibujado, pero, además, la reescritura, el intento de corrección. Esdras, en vida, le pedía que guardara sus manuscritos porque cada tanto tenía un rapto de inseguridad y destruía sus obras en proceso.

En su escritura, aparecen tres imágenes arquetípicas desde las cuales habla, y que la vinculan con la naturaleza, con la gran pregunta existencial. Son el relámpago, el resplandor y la piedra. Sobre el relámpago, José cuenta:

“Tal vez sea el símbolo más constante, porque define no solamente buena parte del concepto del poema de Esdras, sino que es la luz que repentinamente ilumina y al mismo tiempo, enceguece y desaparece. Cuando nosotros leemos la poesía de Esdras, estamos precisamente atravesados por esa luz que nos ilumina de pronto con una cantidad de imágenes que va tejiendo en una especie de diálogo como entre luz y noche. Es una sensación de temblor.”

Esdras Parra.

Esdras muere en 2004, y no llega a ver la reivindicación de su obra de la mano de los movimientos feministas de los últimos años. Una obra que —a diferencia de las poéticas trans de nuestro tiempo, que toman la fuerza del manifiesto para expresarse políticamente— ubica su yo poético lejos de su identidad de género para adentrarse en la relación con su intimidad y el afuera a través de elementos naturales, los rumores de los otros y la presencia acechante de la muerte en la vejez. Aparece, a veces, esa voz que habla en segunda persona, como si mirara su cuerpo en un espejo, como si le hablara a los misterios de otra.

Recuperar su obra trae la potencia de pensar en las posibilidades de la escritura, cuestiona la tiranía de este tiempo atravesado por las redes sociales que impone a la poesía la lógica de la selfi. Esdras, con belleza, habla de sí misma a través de la grandeza de las imágenes, es una con su cuerpo y los elementos: para decir, truena; para respirar, es ceniza y polvo; para ocultarse, hace con sus huesos un refugio secreto.

Compartimos poemas de su primer poemario, Este suelo secreto, y el último, Aún no; ambos difíciles de conseguir en nuestro país.

 

Estas opiniones sobre tu vida
queman tus labios
arrastran en silencio
el pan rancio de tus ideas
no te detengas ante el umbral
de esa morada
que hace girar polvo y ceniza
sobre tus sienes
las nostalgias
los bosques
se enredan en tus piernas
mientras persigues
la fervorosa quimera.

*

Te has hundido en tus huellas
has rastreado en las zarzas
el escondite de tus pasadas desdichas

y la memoria esparcida como ceniza
sobre el fervor de tus años
persigue la voz
en el reverso de la página
ahora adviertes el exilio de tu inocencia.

*

El destino señaló
esta morada
este páramo en llamas
al final del día
donde el aire no suena
pero arde a fuego lento
con los párpados cerrados
te señaló esta
casa desnuda
rodeada por el horizonte
y edificios en construcción
floreciendo como claveles
te señaló
en fin
este sueño cerrado
en sus confines
ajustó tus pasos a los días
y lo hizo costumbre.

*

Ya no sueñas
pero la tierra sube hasta tu llama
la tierra bendecida por el fuego
sacudida por la furia de sus raíces
abiertas en su rigor
la tierra en su tensión extrema
con las manos destrozadas
cada pliegue un motivo para el hastío
la condición de las edades
que dominan su cansancio
vive en su costado derecho
y crea huecos donde persiste el rumor
las aguas que le comunican
su condena
y ese cuarto que rueda
hacia las tinieblas
al acecho desde montes y cañadas
es tu casa en la noche final.

*

Debajo de ti
está el rigor
el rumor
el misterio que la muerte no abdica
y más honda que el misterio
está tu sombra
más honda que la tierra
que la sombra de la tierra
descendiendo contigo
de la mano.

[Del libro Este suelo secreto, 1993, Monte Ávila Editores]


*

Qué violencia la de estas humaredas
avanzan apretadas
apagadas
descalzas

hay que olvidar la perspectiva del deseo inflamado
la permanencia de la llama compacta

son las herramientas de un recuerdo destruido
empujado hacia el polvo áspero
empujado por el amor al incendio
para complacer a las cenizas

si ese postigo no regresa
si ese calor nos expulsa de la madrugada.

*

Quién devolverá a la noche sus poderes
de primera mano

quién construirá sus abismos en el cuarto frío

sus albas destruidas
sus ocasos sin lumbre

la lámpara se ha introducido entre dos tañidos
          de campana
la lámpara se apaga con el día
la oscuridad comienza en una ladera

esa noche sin verano, sin tejado, sin piedras
se mueve en los sueños del sol.

*

He atribuido a los pantanos
                                la soledad de los puentes

la soledad
    el barro reseco y ardiente
el agua en suspenso
los juncos que se alzan sobre sus escombros

hay un instante en que mis movimientos
                                           se ensombrecen
bajo el crepúsculo sin tregua

por eso invento la tranquilidad
invento el tacto
hago que la tierra acorte sus pasos.

*

Este es mi pasado
sólo hay en él una fábula

me empuja la tierra hacia su desgaste
me empuja un mal desconocido por su sabiduría

me amurallo dentro de mi embriaguez

invoco el fervor del barro

entro en el espesor de la montaña
la montaña subiste
                                            desnuda
devuelvo al papel
su blancura estremecida

la blancura se borra
conozco el perfil de la blancura.

[Del libro Aún no, 2004, Ediciones El otro el mismo]

Vir del Mar

Nació en 1992 en Córdoba pero vive desde hace un año en CABA. Publicó los poemarios Sirena de Atelier, La hija que salió mala y Juglarías, y la novela Las Fugas. Co-editora junto a Nicolás Colfer en el sello Ojo de Loca. Tiene un newsletter sobre libros en La tinta, medio en el que escribe desde 2022.

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