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Revista Haroldo

Diálogo con el pasado y el presente

05/12/2015

Ensayo fotográfico

Filiación

El ensayo reúne una serie de fotografías y collages que Lucila Quieto realizó durante interminables búsquedas de su padre desaparecido y, a la vez, de su propia identidad. 
Búsquedas en el mundo exterior, recorriendo distintos centros clandestinos. Otras, en sí misma, tratando de encontrar en su propio cuerpo -en sus rasgos, miradas y gestos- aquellas marcas del cuerpo de su padre.

Collages Familia Quieto, 2012 - 2013

Búsqueda de parecidos físicos y gestuales, entre descendientes de una rama familiar atravesada por la tragedia de la desaparición, la rotura de lazos familiares.

Un duelo pensado en imágenes y la reconstrucción de la familia que queda.


Curaduría: Cristina Fraire

La muestra fue exhibida en el Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti en 2013.
Desde entonces, ha viajado por distintas instituciones culturales y educativas del país en el marco del Programa Itinerancia del Conti.

Sobre filiaciones y duelos

Poco sabemos de las múltiples maneras de experimentar la orfandad de desaparecidos y asesinados. Se nos ofrece para el consumo el estereotipo del “hijo” clase media, militante, intelectual o artista. La mayoría silenciosa de los más de catorce mil huérfanos del terror de Estado desentona con esta imagen tranquilizadora. Volver a las fotos que Lucila Quieto tomó de sí y de sus compañeros a fin de siglo, revela la manera en que esa construcción identitaria, rebelde en su momento, ha ido sedimentando en capas a las que la palabra “arqueología” les queda cada vez mejor. Aquellas fotos exhibían la necesidad de estar juntos, la imposibilidad y el artificio. Sobre todo, el artificio. ¿Qué muestran hoy, en este presente saturado de pasado, y en este lugar, la ESMA, que se resiste a devenir ex ESMA?

Como capas arqueológicas, Lucila acumula sobre su primera obra estos renovados intentos de encontrar a su padre. La filiación incluiría aquel trabajo paradójico de escarbar en la ausencia. Si hechos inéditos demandan palabras inéditas, habrá que inventar un verbo reflexivo para este filiar(se) en torno al vacío. Y habrá que duelar en lugar de hacer el duelo, porque hacer el duelo tiende hacia un final que la desaparición parece suspender indefinidamente. Duelar sin suponer un resultado, un duelo hecho, normal, sanito. Difícil discernir si Lucila se filia o duela cuando insiste: ¿cómo era mi padre y dónde está? Junto a la actualidad de estas preguntas, detecto un principio de hastío que quizás sea el mío.

La cámara de Lucila interroga a los muros de los campos de concentración y a la superficie del río, pero los muros y el río callan. Y contra ese silencio no hay nada. Ni la justicia puede ser un ideal ni un padre es todos los padres. Lucila observa y comparte los rituales de otros huérfanos pero reclama: ¿cómo era, cómo sería hoy mi padre? Sus ojos, su boca, no cualquier cuenca ni cualquier dentadura ni cualquier poema que hable de unos ojos o una boca.

Lucila juega (si se puede jugar sin alegría) a mezclar los rasgos familiares para imaginar a su padre. Nuevamente, lo que queda de manifiesto es el propio artificio. Pero esta vez Lucila apela también al grotesco, cuando compone una foto de familia monstruosa, desencajada, descoyunturada. El grotesco emerge como gesto crítico vuelto sobre la propia práctica de filiarse y duelar.

Mariana Eva Perez / Berlín, febrero de 2013



Una nueva búsqueda
Velázquez se incluyó a sí mismo en su pintura de Las meninas. De ese modo, quien se acerca al cuadro es mirado desde la tela por el artista, el observador se convierte en observado y se transforma así la lógica de la representación. Quizás no haya sido tan ambicioso, en principio, el propósito de Lucila Quieto, interesada en obtener la fotografía imposible, la imagen que la mostrara junto a su padre desaparecido. Cuando lo logró, fueron muchos los hijos que quisieron también incluirse en las fotos de sus padres ausentes. Lucila compuso esas historias familiares y, más tarde, explicó el cómo para que cada uno pudiera hacerlas por su cuenta. Pudo pensar entonces que había cumplido su tarea, pero en la restauración del álbum familiar, reparación simbólica de lo hecho por los desaparecedores, la artista había descubierto técnicas y procedimientos que abrían otros horizontes.

Si era posible incluir una fotografía en otra, también resultaba posible que se contara una historia dentro de otra historia. Lucila ubicó al sargento Kirk, un héroe de historieta, en las calles del Cordobazo: asociación nada arbitraria, puesto que la gran movilización cordobesa –tramada de pasiones y deseos colectivos, de prepotencia represiva y crueldad- bien puede ser narrada como una aventura.

Lucila Quieto inició, entonces, otra búsqueda, de la que da cuenta esta muestra. Después de registrar con su cámara lugares elegidos de los centros clandestinos de detención y de fotografiar el río que sigue guardando su ominoso secreto, volvió sobre el tema familiar, motivo central de toda su obra. Reunió a sus parientes en grupos, combinó y superpuso algunas fotos sobre otras, hasta convertir el pacífico álbum de familia en una serie desordenada y algo caótica. De este texto surgen nuevas preguntas. Esta vez es la familia entera, con los cuerpos y rostros caprichosamente asociados, la que participa en esta demanda por la identidad.

El trabajo de Lucila muestra las posibilidades que se abren a partir de la fotografía -que nunca es mero documento- en el camino hacia otras formas de expresión artística. Muestra también que el diálogo con el padre desaparecido, punto inicial de su obra, se convierte recurrentemente en el nuevo comienzo de un recorrido cada vez más complejo y desgarrador que la artista se anima a transitar.

Eduardo Jozami
Director Nacional del Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti
2013


Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Mediante la proyección de fotografías de desaparecidos sobre las figuras de sus hijos, el deseo de esa foto inexistente e imposible se logra al reunir dos tiempos.

Se genera un tercer tiempo en el cual los hijos e hijas consiguen verse con sus padres en una imagen familiar.

Regimiento 3 de La Tablada, Prov. de Buenos Aires

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Luis María Gemetro tenía una veterinaria, era docente en la universidad y militante. Fue secuestrado y luego asesinado por la dictadura militar.
Florencia tiene 25 años, estudia socióloga y también escribe.

Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Escuela de Mecánica de la Armada, C.A.B.A

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Escuela de Mecánica de la Armada, C.A.B.A

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

La Ribera, Córdoba

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Carlos Alberto Quieto trabajaba en el puerto de Buenos Aires y militaba en Montoneros en el barrio de Mataderos. Fue secuestrado el 20 de agosto de 1976 y visto dos días después del secuestro en Coordinación Federal, que funcionaba en la calle Moreno al 1400. Continúa desaparecido.
Lucila es fotógrafa

Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Graciela Valdueza y Fernando Villanueva vivían con sus hijas Verónica y Débora en Caseros, provincia de Buenos Aires. Allí fueron secuestrados la madrugada del 25 de marzo de 1976, pocas horas después de comenzado el Golpe de Estado.
Verónica tiene 25 años y estudia fotografía

Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Collages Familia Quieto, 2012 - 2013

Búsqueda de parecidos físicos y gestuales, entre descendientes de una rama familiar atravesada por la tragedia de la desaparición, la rotura de lazos familiares.

Un duelo pensado en imágenes y la reconstrucción de la familia que queda.

Alberto Evaristo Comas tenía 31 años. Fue asesinado junto a otras 29 personas en la llamada “Masacre de Fátima” el 20 de agosto de 1976.
Lucía vive en Buenos Aires.

Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Collages Familia Quieto, 2012 - 2013

Búsqueda de parecidos físicos y gestuales, entre descendientes de una rama familiar atravesada por la tragedia de la desaparición, la rotura de lazos familiares.

Un duelo pensado en imágenes y la reconstrucción de la familia que queda.

Escuela de Mecánica de la Armada, C.A.B.A

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

La Perla, Córdoba

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Río de la Plata, C.A.B.A

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Cañuelas, Prov. de Buenos Aires

Sitios de Memoria, 2008 - 2012

Registro fotográfico de sitios que funcionaron como campos de concentración durante la última dictadura cívico-militar en Argentina.

Ensayo Fotográfico Arqueología de la Ausencia, 1999 - 2001

Mediante la proyección de fotografías de desaparecidos sobre las figuras de sus hijos, el deseo de esa foto inexistente e imposible se logra al reunir dos tiempos.

Se genera un tercer tiempo en el cual los hijos e hijas consiguen verse con sus padres en una imagen familiar.

Collages Familia Quieto, 2012 - 2013

Búsqueda de parecidos físicos y gestuales, entre descendientes de una rama familiar atravesada por la tragedia de la desaparición, la rotura de lazos familiares.

Un duelo pensado en imágenes y la reconstrucción de la familia que queda.

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